ACERTIJOS
Los
acertijos plantean un enigma que, en el caso de resolverse premiarán
al interlocutor con el placer del reconocimiento de su ingenio.
Existe
una secuencia que, según algunos, sirve como base articulatoria de
toda adivinanza, que es “extrañamiento-asociación-metáfora”.
Yo no estoy de acuerdo del todo, pero como sí he observado, que
muchas lo cumplen, tampoco pero me parece como desmentirlo del todo y
pongo un ejemplo donde sí ocurre de esta manera:
Saltando,
saltando,
se
viste de blanco.
Respuesta:
el maíz tostado.
El
proceso de “extrañamiento”, lo observamos, en que el maíz se ha
separado de su significado y contexto natural, ya que, claro, uno no
piensa en los granos de maíz dando saltos por sí mismos, y en un
principio, tiende a imaginar a un tipo de ser vivo. La comparación y
la asociación se producen, no sobre la totalidad del objeto, sino
sobre una característica.
La
clave está en la asociación metafórica “se viste de blanco”;
ahora se presenta al maíz como un agente que brinca y se coloca su
vestimenta, desafiando a la imaginación del oyente.
Las
adivinanzas son, pues, “manifestaciones
lúdicas de carácter cognitivos que, normalmente se remiten a
supuestos contextuales de carácter socio-cultural, entre los que el
receptor debe seleccionar, a partir de los indicios lingüísticos
que le proporciona el emisor, el contexto más adecuado para
recuperar el sentido pertinente y, de este modo, resolver el enigma”.
(M.A.T.S.)
CHISTES
El
chiste es, un subgénero humorístico que contiene un juego verbal o
conceptual con intencionalidad cómica.
Casi
todo el mundo sostiene que el papel del receptor es fundamental para
que el chiste cumpla su función lúdica. Yo soy de las que piensa,
que en muchas ocasiones, por el hecho de emitirlo ya se ha cumplido
esa función, y que la perplejidad del interlocutor nos da otra
modalidad de chiste, que nada más que le hace gracia a una persona y
punto. Pero me parece acertado comentarlo desde el punto de vista en
el que el receptor debe entenderlo para que el chiste tenga éxito.
Es justo y necesario.
Hablemos
del proceso interpretativo:
-Se
debe reconocer la disyunción, porque si acepta el mensaje de manera
literal no entenderá la intencionalidad lúdica.
-Comprensión
y justificación de la disyunción recurriendo a los contenidos
implícitos que se dan por supuestos. Ésto implica que emisor y
receptor deben compartir un conocimiento contextual de la realidad
inmediata y el mundo común a ambos, que sea relevante. En el caso
contrario, la situación será absurda (que yo no digo que no pueda
ser graciosa).
-El
receptor debe realizar una comprensión activa, para dar sentido al
supuesto error del mensaje.
Algunos
han hecho distinciones internas dentro de los chistes. Por ejemplo,
Hockett, diferencia
entre chistes prosaicos y
chistes poéticos.
Los
prosaicos no suponen una manipulación lingüística, sino que el
efecto humorístico reside en las incongruencias situacionales, por
lo que pueden ser traducidos a otros idiomas (ésto, claro es muy
relativo).
Un
ejemplo podría ser:
-Voy
a cambiarme el nombre.
-¿Y
eso? ¿cómo te llamas?
-Paco
Mierda.
-Vaya,
que putada. ¿Y cómo te vas a poner?
-Lucas;
Lucas Mierda.
En
cambio, los poéticos se basan en recursos lúdicos formales, a
partir de estructuras lingüísticas explícitas, que son muy
difíciles, e incluso imposibles de traducir.
Por
ejemplo:
-¿Cómo
se dice camarero en élfico?
-Eldelbar.
(Acentúese la primera sílaba).
Norrick
analizó el chiste en la
conversación real y observó que cumplen una gran variedad de
funciones. Señaló que sirve a fines más diversos que el humor
pre-desarrollado.
Por
una parte, los enunciados humorísticos pueden servir para mantener
el terreno a favor del hablante, dirigir la atención, propiciar
cambios de tema y rellenar silencios no deseados.
Por
otro lado, una de las cosas que revelan sus análisis, que encuentro
de alto interés es que el sarcasmo y la burla pueden proporcionar
solidaridad entre aquellos que se ríen. Y si la persona de la que se
ríen está presente, incluso puede servir para aliviar una situación
dolorosa.
Vigara
Tauste también hace un
análisis de tipo discursivo del chiste, y una de sus distinciones,
la establece entre “chistes humorísticos” y “chistes de
humor”.
Los
humorísticos son un texto prefijado y autosuficiente que se se
reproducen para otros y los de humor serían construcciones
espontáneas de carácter cómico, más o menos conscientes, al
servicio del texto en el que se inscriben, al hilo de la
conversación.
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