sábado, 6 de abril de 2013

HUMOR EN EL MUNDO CLÁSICO



En los documentos antiguos que podemos estudiar de nuestra cultura se hallan ya, referencias al humor.

En el Antiguo Testamento se diferencian dos tipos de risa. En la lengua hebrea hay dos palabras para diferenciarlas: sakhaq, que significaba “risa feliz” e iaag, que era una risa burlona, denigrante.

Estas dos concepciones de la risa serán heredadas por Occidente. En griego, las palabras para designar risa son γελάω , que también significa brillar y hace referencia al hecho de reír de alegría y καταγελάω, que hacía alusión a reírse o burlarse de alguien.

Filósofos como Platón y Sócrates teorizaron bastante acerca del humor y la risa.
Platón la consideraba un exceso y como tal debía ser evitado; no en su totalidad claro, se podía bromear pero la risa debía ser limitada por la razón. De ninguna manera alguien debía usar su inteligencia o sus palabras para ridiculizar a un ciudadano.

Aristóteles reconoce un principio estético en la risa, pero considera la comedia un género inferior, aunque al contrario que Platón, no la asocia al dolor. Consideraba las obras de Aristófanes, vulgares y ofensivas.
También sostiene que “aquellos cuyos chistes son de buen gusto son llamados ingeniosos por ser de buen gusto y vivaces.”

Podemos encontrar estos criterios dicotómicos en muchos tratados clásicos (y no tan clásicos) sobre el humor. No obstante, la parodia y la ridiculización, en muchas ocasiones son usadas para protestar, para sublevarse, como es el caso de Aristófanes, el más importante comediante de la Grecia clásica, que cuestionaba los valores de la sociedad con una amplia variedad de recursos burlescos y agudezas lingüísticas, con las que ponía de manifiesto que lo vergonzoso era la solemnidad, lo fatuo y la seriedad. De hecho, planteó temas que sólo pueden tratarse desde la comedia; a saber, pilares incuestionables políticos y sociales, como por ejemplo una revolución de las mujeres hastiadas de sus maridos que decidían tomar el poder y gobernar sus ciudades, en su obra Lisístrata.

El mayor representante de la comedia ática supo adaptarse a los registros sociolingüísticos, retratando situaciones disparatadas. Lo conseguía exagerando tendencias del habla. Remedaba la lengua de los jóvenes aristócratas atenienses, educados por las corrientes intelectuales y sofísticas de la época.
En su obra Caballeros, se burla de este sector por el abundante uso de derivados en -ikós; y un joven le dice a otro, lo que se ha traducido como :
La verdad es que es cohesivo y conclusivo, y formulativo y claramente expresivo, admirablemente represivo de lo confusivo.”

Imitó registros asociados a la lengua y al género, al habla de los extranjeros y especialmente se burló de las jergas especializadas de la astronomía, la Sofística, la filosofía, la medicina...

Utilizó con maestría los procedimientos propios de la comicidad verbal que por supuesto, se siguen dando en la actualidad : el doble sentido, la polisemia, las situaciones donde el humor nace de la incongruencia entre situación y lengua o la contradicción entre lo que se ve y lo que se oye.





Tampoco en la comedia romana faltaron virtuosos. Es el caso de Plauto, autor que gozó de gran popularidad gracias al diestro manejo que tenía del latín y su habilidad para componer juegos de palabras inspirados en diversos motivos como los nombres propios que se parecían a otras palabras. Solía también inventar nuevos términos, como este pasaje, que traducido versa así:

Escucha, pues, y lo sabrás: Falsiloquidoro Vendedoncellónides Gastabromístides Sacatudinerónides Diceloquetemerecides Burlónides Embaucónides Loquetequítides Nuncalorecuperástides. Ya lo sabes.” (Trad. J.R. Bravo).

El humor otorga a la lengua total libertad, a su servicio ésta se comporta como quiere para lograr lo que pretende y así, Plauto creaba palabras que no existían pero que eran fácilmente identificables para el público. O bien hacía recitar a sus actores discursos absurdos con tono de gran solemnidad.



Vemos pues, como estos recursos se han adaptado a los tiempos pero de ninguna manera están obsoletos. La incongruencia, la asociación de ideas insólitas, la construcción lingüística paradójica o absurda siguen provocando en el cerebro ese fenómeno que conocemos como risa. El humor levanta pasiones y animadversiones, lo que divierte a unos, ofende a otros; hay para todos los gustos. La parodia sigue siendo un género amado por unos y detestado por otros. Especialmente por los que resultan parodiados.






2 comentarios:

  1. seguro que Plauto se llevaría muy bien con el cómico griego Atomarporkoulos.

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  2. Nada curo llorando, y nada empeoraré
    si me afano en gozar de la alegría.
    Arquíloco de Paros.

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