En
español, la palabra humor procede del latín humor, humoris, que
significa “líquido, humedad”. Ésta, a su vez, está adaptada
del vocablo griego χυμός
.
La
medicina griega se basaba en las teorías de de los cuatro humores o
líquidos dominantes en el cuerpo (doctrinas de Hipócrates y
Galeno). Estos líquidos eran sangre, bilis amarilla, bilis negra y
flema. Consideraban que la salud se basaba en el balance de estos
líquidos, y que cuando esto ocurría, entonces el sujeto estaba de
“buen humor”. Estas creencias fueron mantenidas por los romanos y
también perduraron durante la Edad Media.
Es,
por estas teorías, que en nuestra lengua han sobrevivido ciertos
conceptos, por ejemplo, humor negro: cuando predominaba la bilis
negra, se pensaba que producía pesimismo y tristeza. Por esto
llamamos humor negro al hecho de reírnos o bromear sobre la
desgracias.
“Melancólico”
procede del griego mélanos (negro)
y kholé (bilis), el
que padecía tal cosa era un melankholikós.
Su
equivalente en latín era atrabilis. Atra era negra y de ahí
“atrabiliario”.
Igualmente
se creía que al predominar la bilis roja, se estaba irascible,
iracundo, colérico.
El
humor flemático eran los mocos, que si se acumulaban en un lugar
determinado producían inflamación. De ahí “flemón”. Además
se asociaba con el comportamiento tranquilo, impasible y así cuando
alguien posee estos atributos se le llama “flemático”.
De
la hipertrofia del sentido de “buen humor”, se han derivado los
conceptos “humor” o “humorismo”.
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